domingo, 3 de marzo de 2019

Dentro de la obscuridad

Desperté y todo estaba tan oscuro, mi cuarto taciturno parecía mas pequeño de lo normal. Volté hacia mi mesa de noche, tomé mis anteojos y busqué a tientas el interruptor de la luz, aunque sin éxito.
Volví el rostro hacia el frente y fue entonces cuando me percaté de que no estaba en mi recámara.
Me puse de pié, tastabillando por que mis piernas estaban doloridas, no comprendia la situación.
Comencé a caminar, el dolor en mis piernas era intenso, aunque no insoportable, de manera que bastaba con recargar mi mano ligeramente sobre el muro para caminar a travez del interminable corredor.
Desde el fondo de la obscuridad escuche que me llamaban - ¡Roman! - me gritaba una voz masculina, que se perdía entre la inmensa obscuridad.

-¿Quien eres? - pregunté con voz tremula, titubeante y un poco temeroso, continué caminando a tientas por aquella densa obscuridad.
Una silueta obscura con sombrero y gabardina a la cuál no pude verle el rostro me tomó del brazo.

- Al fin llegas. - Comentó y continuó hablando. - No preguntes nada que no quieras saber, y sobre mi identidad, lo mejor sera no tocar el tema.

Lo miré extrañado, y entonces me percaté de lo alta que era aquella silueta tenebrosa, aunque yo media un metro con ochenta y cinco centímetros, la figura de su sombrero se encontraba muy arriba en la densidad nocturna, haciendo que mi vista se posara mas alto de lo normal.

- No preguntaré quien eres, - dije - pero quiero saber ¿qué es este lugar?

- Antes te dije que no hicieras preguntas de las que no quisieras saber la respuesta - replicó aquella silueta - pero ya has preguntado, y mi deber es responderte.
Estas en la penumbra de la muerte.

El cuerpo se me heló por completo, y sentí una mezcla de emociones, tristeza, nostalgia, temor y exitación... así es, sentí exitación, ante el hecho de que sabría lo que habia despues de la muerte. Pero no estaba preparado, aún tenía cosas que hacer en el mundo de los vivos.

- Ten calma - me dijo aquella voz profunda que salia de la enorme silueta. - Aun no estás muerto, solo estás desmayado.

Quedé estupefacto, estaba frente a alguna clase de entidad que no conocía y que quizá era mejor no conocer, tal como la misma me había advertido.

- Dime, ¿tienes alguna pregunta que quieras que responda?, puede ser lo que quieras, pero si lo haces, debes guardar el secreto de la respuesta hasta el día de tu final.

Tenía el cuerpo paralizado, sabía que claramente algo estaba pasando pero no tenía muy claro lo qué era.

No titubíe al hacer mi primera pregunta:

- ¿Por qué estoy aquí?

- Tuviste un accidente en tu motocicleta, y ahora estás al borde de la muerte.

- Y supongo que eres la muerte.

- Ya te lo he dicho antes, lo mejor es que no preguntes cosas sin pensar bien si quieres la respuesta. Por ahora solo diré que soy quien reina en este lugar.

- Y Dios, ¿Dondé está?

- No lo sé - Me respondio tajantemente.

Miré un poco más a mi alrededor, y vi un río de aguas rojas, turbulento y caudaloso.

- ¿Qué es eso? - pregunté.

- Es el rio de sangre - contestó la misteriosa silueta. - ese mismo río es el que cruzan todos aquellos que han muerto en tu mundo.

- ¿Y a dondé lleva?

- a nuestro mundo.

- ¿Entonces hay mas como tú?

- No exactamente, digamos que al igual que tu mundo somos todos diferentes.

- ¿Y que hacen con los que cruzan el río al morir? - pregunté de nuevo guiado por mi curiosidad.

- Se quedan con nosotros.

- ¿Entonces ustedes...

- Si. - contestó sin darme tiempo de terminar mi pregunta - Nosotros gobernamos su mundo, pero no puedo decirte más, tu tiempo aquí ya ha terminado.

Aquella silueta me golpeó el pecho, empujandome hacia atrás en la inmensa obscuridad.

Al abrir los ojos, mis piernas me dolían, mi cuerpo estaba entumecido y una luz incandecente yacía sobre mí.

- ¿Cómo se siente señor Roman?

Me preguntó un hombre de vestimenta blanca, supe de inmediato que era el doctor y que estaba en el hospital.
Miré a mi alrededor por un instante y la silueta estaba justo frente a mi, "no olvides nuestro trato, debes llevarte a la tumba los secretos que te fueron revelados", me dijo antes de desaparecer para siempre en la eterna obscuridad, la cuál ahora podía ver a donde fuera, como un túnel sin fin que no podia atravesar y que nadie mas que yo divisaba a lo lejos siempre taciturno, e inamobible.

Gracias por leer mis cuentos y escritos, me disculpo por mi inactividad en el blog, pero volveré a subir contenido como antes.
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¡NUNCA DEJES DE LEER!

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